segunda-feira, 29 de fevereiro de 2016

un poco de Tagore!

Juguetes

¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo,
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
«¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!»


Niño, los bastones y las tortas de barro
yano me divierten; he olvidado tu arte.
Persigo entretenimientos costosos
y amontono oro y plata.
Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo
a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil esquife pretendo cruzar el mar de la ambición,
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.

sexta-feira, 26 de fevereiro de 2016

Un poema de Roberto Bolaño ...querido...

El burro

A veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme con su moto negra.
Y dejamos atrás la ciudad y a medida
que las luces van desapareciendo
Mario Santiago me dice que se trata
de una moto robada, la última moto
robada para viajar por las pobres tierras
del norte, en dirección a Texas,
persiguiendo un sueño innombrable,
inclasificable, el sueño de nuestra juventud,
es decir el sueño más valiente de todos
nuestros sueños. Y de tal manera
cómo negarme a montar la veloz moto negra
del norte y salir rajados por aquellos caminos
que antaño recorrieran los santos de México,
los poetas mendicantes de México,
las sanguijuelas taciturnas de Tepito
o la colonia Guerrero, todos en la misma senda,
donde se confunden y mezclan los tiempos:
verbales y físicos, el ayer y la afasia.
Y a veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme, o es un poeta sin rostro,
una cabeza sin ojos, ni boca, ni nariz,
sólo piel y voluntad, y yo sin preguntar nada
me subo a la moto y partimos
por los caminos del norte, la cabeza y yo,
extraños tripulantes embarcados en una ruta
miserable, caminos borrados por el polvo y la lluvia,
tierra de moscas y lagartijas, matorrales resecos
y ventiscas de arena, el único teatro concebible para nuestra poesía
Y a veces sueño que el camino
que nuestra moto o nuestro anhelo recorre
no empieza en mi sueño sino en el sueño
de otros: los inocentes, los bienaventurados,
los mansos, los que para nuestra desgracia
ya no están aquí. Y así Mario Santiago y yo
salimos de la ciudad de México que es la prolongación
de tantos sueños, la materialización de tantas
pesadillas, y remontamos los estados
siempre hacia el norte, siempre por el camino
de los coyotes, y nuestra moto entonces
es del color de la noche. Nuestra moto
es un burro negro que viaja sin prisa
por las tierras de la Curiosidad. Un burro negro
que se desplaza por la humanidad y la geometría
de estos pobres paisajes desolados.
Y la risa de Mario o de la cabeza
saluda a los fantasmas de nuestra juventud,
el sueño innombrable e inútil
de la valentía.
Y a veces creo ver una moto negra
como un burro alejándose por los caminos
de tierra de Zacatecas y Coahuila, en los límites
del sueño, y sin alcanzar a comprender
su sentido, su significado último,
comprendo no obstante su música:
una alegre canción de despedida.
Y acaso son los gestos de valor los que
nos dicen adiós, sin resentimiento ni amargura,
en paz con su gratuidad absoluta y con nosotros mismos.
Son los pequeños desafíos inútiles -o que
los años y la costumbre consintieron
que creyéramos inútiles-los que nos saludan,
los que nos hacen señales enigmáticas con las manos,
en medio de la noche, a un lado de la carretera,
como nuestros hijos queridos y abandonados,
criados solos en estos desiertos calcáreos,
como el resplandor que un día nos atravesó
y que habíamos olvidado.
Y a veces sueño que Mario llega
con su moto negra en medio de la pesadilla
y partimos rumbo al norte,
rumbo a los pueblos fantasmas donde moran
las lagartijas y las moscas.
y mientras el sueño me transporta
de un continente a otro
a través de una ducha de estrellas frías e indoloras,
veo la moto negra, como un burro de otro planeta,
partir en dos las tierras de Coahuila.
un burro de otro planeta
que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,
pero que también es nuestra esperanza
y nuestro valor.
Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
pero reencontrado en los márgenes
del sueño más remoto,
en las particiones del sueño final,
en la senda confusa y magnética
de los burros y de los poetas.


Mario Santiago Papasquario (1953-1998)

Un poetazo, desconocido...peruano - mexicano....ah....como amo ele....creador con el genial Bolaños del infrarealismo, vivio al 150% como poeta........sudaba poesía, hay que leerlo, degustarlo e es uno de nuestros heroés....vivio al palo, vivio intensamente, vale la pena averiguar de su vida, de él, leer su obra....vivivo como dijo: el poeta es el géiser de su ser.....gracias Pachamama por traernos a nuestro camino a seres puros como mario santiago...
l.



IMITACIÓN DE LI PO
A Rodolfo Hinostroza

Pomo en mano le canto a la luna
Contemplando azorado su piel de cascada
/ sus montañas hondas /
Su ojo en mis ojos me deslumbra
¡Hurra!
Me vengo / chupándole el culo a la luna
Pomo en mano / la noche revela los sudores del día
El veneno:: la música
toda flor del camino
son lunares eternos
¡cuerda para saltar!
abandono al recuerdo
De repente / mi mano blande -glande seguro-
1 onírica espada de nieve
La luna me besa
Mis barbas relumbran
:: Estoy & no estoy ::
Afiebradamente transparente
Descubro a mi doble tañendo 1 laúd
Abriéndose paso en 1 vagina de nubes

terça-feira, 23 de fevereiro de 2016

Atahualpa Yupanqui

El Poeta


Tú crees que eres distinto,
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte,
más allá de las estrellas.

Tú crees que eres distinto,
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte,
más allá de las estrellas.

De tanto mirar la luna,
ya nada sabes mirar.
Eres como un pobre ciego,
que no sabe a dónde va.

Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan,
por un pedazo de pan.

Poeta de ciertas rimas:
vete a vivir a la selva,
y aprenderás muchas cosas,
del hachero y sus miserias.

Poeta de ciertas rimas:
vete a vivir a la selva,
y aprenderás muchas cosas,
del hachero y sus miserias.

Vive junto con el pueblo;
no lo mires desde afuera,
que lo primero es el hombre,
y lo segundo, poeta.

De tanto mirar la luna,
ya nada sabes mirar.
Eres como un pobre ciego,
que no sabe a dónde va.

Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan,
por un pedazo de pan.

La Poesía

Y fue a esa edad... Llegó la poesía
a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.

Pablo Neruda

Gabriela Mistral

Doña Primavera


Doña Primavera 
viste que es primor, 
viste en limonero 
y en naranjo en flor. 

Lleva por sandalias 
unas anchas hojas, 
y por caravanas 
unas fucsias rojas. 

Salid a encontrarla 
por esos caminos. 
¡Va loca de soles 
y loca de trinos! 

Doña Primavera 
de aliento fecundo, 
se ríe de todas 
las penas del mundo... 

No cree al que le hable 
de las vidas ruines. 
¿Cómo va a toparlas 
entre los jazmines? 

¿Cómo va a encontralas 
junto de las fuentes 
de espejos dorados 
y cantos ardientes? 

De la tierra enferma 
en las pardas grietas, 
enciende rosales 
de rojas piruetas. 

Pone sus encajes, 
prende sus verduras, 
en la piedra triste 
de las sepulturas... 

Doña Primavera 
de manos gloriosas, 
haz que por la vida 
derramemos rosas: 

Rosas de alegría, 
rosas de perdón, 
rosas de cariño, 
y de exultación.

No te detengas!

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provocatener la vida por delante.
Vívela intensamente,sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuroy encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieronde nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros: Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

Walt Whitman

domingo, 21 de fevereiro de 2016

John dos Pasos


John Dos Pasos (1896-1970), escritor estadounidense representativo de la llamada generación "perdida", o "maldita", cuyas novelas, amargas y profundamente impresionistas atacan la hipocresía y el materialismo de los Estados Unidos entre las dos guerras mundiales y tuvieron una honda influencia en varias generaciones de novelistas europeos y estadounidenses. John Roderigo Dos Passos nació en Chicago (Estados Unidos), el 14 de enero de 1896. Dos Passos provenía de una familia de origen portugués, hijo de un abogado llamado John Randalph Dos Passos, y de Lucy Addison Sprigg, quienes no se casarían hasta 1910, catorce años después del nacimiento de John Roderigo.

Dos Passos viajó con sus padres poco después de su nacimiento por diferentes países, entre ellos México, Bélgica e Inglaterra. Retornó a su país natal y estudió entre 1912 y 1916 en la Universidad de Harvard. Después de concluir su periplo universitario, se marchó a España para estudiar la arquitectura hispanomusulmana. Esta experiencia le sirvió para escribir el libro "Rocinante vuelve al camino" (1922). En Europa participó en la Primera Guerra Mundial como conductor de ambulancias en Francia e Italia. La guerra dejó huella en su personalidad y en su obra, iniciada con la novela "Iniciación de un hombre" (1919).

El éxito le llegó con su segundo libro, "Tres soldados" (1921), corroborado posteriormente con uno de sus títulos clave, "Manhattan Transfer" (1925). En 1929 John se casó con Kate Smith, quien falleció en 1947 en un accidente de tránsito. En 1949 contrajo matrimonio con Elizabeth Holridge, con la que tuvo una hija llamada Lucy.

Dos Passos fue miembro de la denominada Generación Perdida, en donde también se incluyen autores como Ernest Hemingway o Francis Scott Fitzgerald. Su estilo se encuadra en el realismo de la Escuela de Chicago, en el cual se desmitifica el sueño americano desde una gradación expresionista y una tonalidad desilusionada y pesimista.

Además de los títulos citados, sus novelas más significativas son "El paralelo 42" (1930), "1919" (1932) y "El granDINERO" (1936), tríada de novelas que componen la llamada "Trilogía USA". Tampoco son desdeñables "Hombre joven a la aventura" (1939), "El número uno" (1943) y "El gran proyecto" (1949), títulos estos últimos que integran tambíén otra trilogía, la denominada "Distrito de Columbia".
Murió a causa de un fallo cardiaco en Baltimore el 28 de septiembre de 1970. Tenía 74 años.




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MANHATTAN TRANSFER ( el comienzo)

Tres gaviotas giran sobre las cajas rotas, las cáscaras de naranja, los repollos podridos que flotan entre los tablones astillados de la valla. Las olas verdes espumajean bajo la redonda proa del ferry que, arrastrado por la marea, corta el agua, resbala, atraca lentamente en el embarcadero. Manubrios que dan vueltas con un tintineo de cadenas, compuertas que se levantan, pies que saltan a tierra. Hombres y mujeres entran a empellones en el maloliente túnel de madera, apretujándose y estrujándose como las manzanas al caer del saetín a la prensa.


La enfermera, llevando la cesta en el brazo estirado, como si fuera una silleta, abrió la
puerta de una gran sala excesivamente caldeada. En el aire impregnado de olor a alcohol y a yodoformo, ásperos berridos subían en espiral de otras cestas colocadas a lo largo de las paredes verdosas. Al dejar la cesta en el suelo le echó una mirada con los labios fruncidos. El recién nacido se retorció débilmente entre algodones como un hervidero de gusanos.
En el ferry iba un viejo tocando el violín. Tenía una cara de mona, toda torcida de un lado, y seguía el compás con la punta de un zapato de charol resquebrajado. Bud Korpenning, sentado en la barandilla de espaldas al río, le miraba. La brisa le alborotaba el pelo alrededor del borde ajustado de su gorra, y secaba el sudor de su frente. Tenía los pies llenos de ampollas, estaba hecho polvo, pero cuando el ferry se alejó del embarcadero, sintió por todas sus venas un cálido hormigueo.
-Oiga, amigo, ¿hay mucho desde donde desembarcamos hasta la ciudad?-preguntó a un joven de sombrero de paja y corbata a rayas blancas y azules, que estaba en pie junto a él.
La mirada del muchacho subió desde los zapatos deformados por la caminata hasta las muñecas rojas de Bud, que asomaban por las rozadas mangas de su chaqueta, atravesó su delgado pescuezo de pavo y fue a clavarse impúdicamente en sus ojos resueltos, sombreados por una visera rota.
-Depende de adonde quiera usted ir.
-¿Dónde está Broadway ?... Quiero ir al centro.
-Tome usted hacia el este, baje luego por Broadway y llegará al mismo centro si anda un trecho.
-Gracias. Eso haré.
El violinista recorría la multitud, tendiendo su sombrero, y el viento agitaba mechones de pelo gris en su calva raída. Bud le vio volver hacia él su rostro triste, con dos ojos negros como cabezas de alfiler, que le miraban fijamente.
-Nada -dijo con aspereza.
Y se volvió a mirar la inmensidad del río, brillante como un cuchillo. Los tablones del embarcadero se unieron, crujieron al choque del ferry. Hubo un rechinar de cadenas, y Bud fue arrastrado por la multitud muelle adelante. Salió por entre dos vagones de carbón a una calle polvorienta por donde pasaban tranvías amarillos. Las rodillas le empezaron a temblar. Hundió las manos hasta el fondo de sus bolsillos.
Entró en un figón antes de la esquina. Se instaló con dificultad en una banqueta giratoria y se puso a estudiar con cuidado la lista de precios.
-Huevos fritos y un café.
-¿Vueltos?-preguntó un hombre pelirrojo que detrás del mostrador se limpiaba con el delantal sus brazos gordos llenos de pecas.
-¿Qué?-preguntó Bud sobresaltado.
-Los huevos, si los quiere usted vueltos o con la yema encima.
-Ah, sí, vueltos.
Bud se dejó caer de nuevo sobre el mostrador, con la cabeza entre las manos.
-Mala cara trae usted, amigo -dijo el hombre cascando los huevos en la grasa chirriante de la sartén.
-Vengo andando desde el norte del Estado. Esta mañana anduve quince millas.
El del mostrador lanzó un sonido silbante entre dientes.
-Y viene usted aquí a buscar trabajo, ¿eh?
Bud hizo un signo afirmativo con la cabeza. El otro echó los huevos crepitantes en un plato que empujó hacia Bud después de poner un poco de pan y mantequilla en el borde.
-Voy a darle un consejito, amigo, que no le costará nada. Antes de ponerse a buscar, aféitese, córtese el pelo, cepíllese el traje, que está lleno de pajas. Así le será más fácil encontrar algo. En esta ciudad lo que cuenta es la facha.
-Yo puedo trabajar como cualquiera. Soy un buen trabajador -gruñó Bud con la boca llena.
-Le digo a usted que eso es todo -replicó el pelirrojo.
Y se volvió a su hornillo.

terça-feira, 16 de fevereiro de 2016

Omar Khayam


Por que toda esa angústia?

Por qué toda esa angústia,
tan insano correr
tras el dinero,
el delirio del juego,
el ansia de ostentar,
humillando a los demás,
y después esos suspiros,
todos esos falsos lamentos?

Has visto 
a alguien eternizarse en un trono,
has visto 
a alguien inmortal?

No es preferible 
tu cuerpo desnudo,
divinamente desnudo?

Vive sobrio, frugal, sincero;
huye de la hipocresía y del lujo;
vive simple
como un cuello de mujer,
más bello que el collar,
sencillo como la mujer desnuda,
mas bella así!

Friedrich Holderlin

A las parcas

Dadme un verano solamente y un otoño
para que el canto me madure - oh, poderosas! -
Cuando se sacie de estos juegos, mas conforme
el corazón podrá morírseme en el pecho.

Alma que en vida no cumplió su ley divina
no halla reposo ni del Orco en las honduras.
Pero si al fin logro plasmar lo sacrosanto
que llevo dentro de mi ser, la poesía.

oh, bienvenido sea el mundo de las sombras!
He de sentirme satisfecho, aunque la lira
no me acompañe... Una vez sola habré vivido
como los dioses. Y no preciso nada más.

quinta-feira, 11 de fevereiro de 2016

Paolo el Veronés....

(Verona, 1528-Venecia, 1588).
Pintor italiano, uno de los representantes del manierismo veneciano. Su obra se puede clasificar de prebarroca, por la elegancia de la forma, su gusto por las atmósferas diáfanas y el sentido decorativo de la composición. Veronés aprendió de los grandes venecianos, Tintoretto y Tiziano. Se le considera creador, junto con Tiziano, de un gusto suntuoso y colorista.
También en la tradición espiritual es identificado como una das encarnaciones del Maestro Saint Germain...



terça-feira, 9 de fevereiro de 2016

Palabras del Che...Leopoldo Marechal


Macedonio Fernandez...

No a todo alcanza Amor, pues que no puedo
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.

segunda-feira, 8 de fevereiro de 2016

Ezra Pound....

Francesca


Saliste de la noche
y había flores en tus manos,
ahora saldrás de una muchedumbre,
de un tumulto de dichos sobre vos.

Yo que te ví entre las cosas primordiales
me enojé cuando pronunciaron tu nombre
en lugares comunes.
Yo quisiera que las olas frías fluyeran en mi mente,
y que el mundo se secara como una hoja muerta,
o una semilla de diente de león y así fuese barrido,
para volver a encontrarte,
a solas.

Roque Dalton...compañero poeta....

REFERENCIA DE PASOS

                                                      “Se me murió el ayer de parto
                                                         y lo velo cantando”
Como a una guitarra sola
a quien se le quebrara la sonrisa circular y la música,
solo,
sin desbocados animales interiores,
hueso en actividad,
reciente hueso,
hacía como que caminaba entre los hombres casado con mi madre,
pueblerino feliz, poblado de olas.

Ah, estúpida frontera,
municipal y en paz con los estómagos:
cómo tenía que morderme los retratos
para poder reírme hasta de mí
con todo y tus pesares, tus costosísimos harapos,
la franca suciedad que te conoces!

Cómo tenía sola y atrozmente
que bajarme los pasos de los hombros
y caminar…!


sexta-feira, 5 de fevereiro de 2016

Microrelato de Borges

EL PUÑAL
En un cajón hay un puñal. Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal. Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.