quarta-feira, 23 de maio de 2012

Juan José Arreola


Grande Maestro Arreola, um maravilhoso escritor mexicano, tem uma sutileza em pequeníssimos relatos.....onde é dificil distinguir a realidade e a fantasia, e sua finíssima ironia........
Cortazar, falo dele, que é uma árvore de palavras, ah...quem pudera ser uma árvore frondosa e cheia de frutos de beleza e sutileza como Arreola.....para dar sossego, inspiração e luz ao peregrino cansado.......
lucidor

Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos
[Cuento. Texto completo] Juan José Arreola
Carta
Estimable señor: Como he pagado a usted tranquilamente el dinero que me cobró por reparar mis zapatos, le va a extrañar sin duda la carta que me veo precisado a dirigirle. En un principio no me di cuenta del desastre ocurrido. Recibí mis zapatos muy contento, augurándoles una larga vida, satisfecho por la economía que acababa de realizar: por unos cuantos pesos, un nuevo par de calzado. (Éstas fueron precisamente sus palabras y puedo repetirlas.) Pero mi entusiasmo se acabó muy pronto. Llegado a casa examiné detenidamente mis zapatos. Los encontré un poco deformes, un tanto duros y resecos. No quise conceder mayor importancia a esta metamorfosis. Soy razonable. Unos zapatos remontados tienen algo de extraño, ofrecen una nueva fisonomía, casi siempre deprimente.
Aquí es preciso recordar que mis zapatos no se hallaban completamente arruinados. Usted mismo les dedicó frases elogiosas por la calidad de sus materiales y por su perfecta hechura. Hasta puso muy alto su marca de fábrica. Me prometió, en suma, un calzado flamante. Pues bien: no pude esperar hasta el día siguiente y me descalcé para comprobar sus promesas. Y aquí estoy, con los pies doloridos, dirigiendo a usted una carta, en lugar de transferirle las palabras violentas que suscitaron mis esfuerzos infructuosos. Mis pies no pudieron entrar en los zapatos. Como los de todas las personas, mis pies están hechos de una materia blanda y sensible. Me encontré ante unos zapatos de hierro. No sé cómo ni con qué artes se las arregló usted para dejar mis zapatos inservibles. Allí están, en un rincón, guiñándome burlonamente con sus puntas torcidas. Cuando todos mis esfuerzos fallaron, me puse a considerar cuidadosamente el trabajo que usted había realizado. Debo advertir a usted que carezco de toda instrucción en materia de calzado. Lo único que sé es que hay zapatos que me han hecho sufrir, y otros, en cambio, que recuerdo con ternura: así de suaves y flexibles eran. Los que le di a componer eran unos zapatos admirables que me habían servido fielmente durante muchos meses. Mis pies se hallaban en ellos como pez en el agua. Más que zapatos, parecían ser parte de mi propio cuerpo, una especie de envoltura protectora que daba a mi paso firmeza y seguridad. Su piel era en realidad una piel mía, saludable y resistente. Sólo que daban ya muestras de fatiga. Las suelas sobre todo: unos amplios y profundos adelgazamientos me hicieron ver que los zapatos se iban haciendo extraños a mi persona, que se acababan. Cuando se los llevé a usted, iban ya a dejar ver los calcetines. También habría que decir algo acerca de los tacones: piso defectuosamente, y los tacones mostraban huellas demasiado claras de este antiguo vicio que no he podido corregir. Quise, con espíritu ambicioso, prolongar la vida de mis zapatos. Esta ambición no me parece censurable: al contrario, es señal de modestia y entraña una cierta humildad. En vez de tirar mis zapatos, estuve dispuesto a usarlos durante una segunda época, menos brillante y lujosa que la primera. Además, esta costumbre que tenemos las personas modestas de renovar el calzado es, si no me equivoco, el modus vivendi de las personas como usted. Debo decir que del examen que practiqué a su trabajo de reparación he sacado muy feas conclusiones. Por ejemplo, la de que usted no ama su oficio.
Si usted, dejando aparte todo resentimiento, viene a mi casa y se pone a contemplar mis zapatos, ha de darme toda la razón. Mire usted qué costuras: ni un ciego podía haberlas hecho tan mal. La piel está cortada con inexplicable descuido: los bordes de las suelas son irregulares y ofrecen peligrosas aristas. Con toda seguridad, usted carece de hormas en su taller, pues mis zapatos ofrecen un aspecto indefinible.
Recuerde usted, gastados y todo, conservaban ciertas líneas estéticas. Y ahora... Pero introduzca usted su mano dentro de ellos. Palpará usted una caverna siniestra. El pie tendrá que transformarse en reptil para entrar. Y de pronto un tope; algo así como un quicio de cemento poco antes de llegar a la punta. ¿Es posible? Mis pies, señor zapatero, tienen forma de pies, son como los suyos, si es que acaso usted tiene extremidades humanas.
Pero basta ya. Le decía que usted no le tiene amor a su oficio y es cierto. Es también muy triste para usted y peligroso para sus clientes, que por cierto no tienen dinero para derrochar. A propósito: no hablo movido por el interés. Soy pobre pero no soy mezquino. Esta carta no intenta abonarse la cantidad que yo le pagué por su obra de destrucción. Nada de eso. Le escribo sencillamente para exhortarle a amar su propio trabajo. Le cuento la tragedia de mis zapatos para infundirle respeto por ese oficio que la vida ha puesto en sus manos; por ese oficio que usted aprendió con alegría en un día de juventud... Perdón; usted es todavía joven. Cuando menos, tiene tiempo para volver a comenzar, si es que ya olvidó cómo se repara un par de calzado.
Nos hacen falta buenos artesanos, que vuelvan a ser los de antes, que no trabajen solamente para obtener el dinero de los clientes, sino para poner en práctica las sagradas leyes del trabajo. Esas leyes que han quedado irremisiblemente burladas en mis zapatos.
Quisiera hablarle del artesano de mi pueblo, que remendó con dedicación y esmero mis zapatos infantiles. Pero esta carta no debe catequizar a usted con ejemplos. Sólo quiero decirle una cosa: si usted, en vez de irritarse, siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus manos, venga a mi casa y recoja mis zapatos, intente en ellos una segunda operación, y todas las cosas quedarán en su sitio.
Yo le prometo que si mis pies logran entrar en los zapatos, le escribiré una hermosa carta de gratitud, presentándolo en ella como hombre cumplido y modelo de artesanos.
 Soy sinceramente su servidor. FIN

quarta-feira, 16 de maio de 2012

A Arte Consciente



"A Arte Consciente é a voz que protesta diante das

 injustiças do mundo e das violências contra os animais e o

meio ambiente. Portanto, transcende a exploração e a

indiferença predominante no mundo materialista".


Swami B.A. Paramadvati

Murais Mexicanos: A Arte para o Povo


     Muralismo é a arte da pintura mural, que engloba o conjunto de obras pictóricas realizadas sobre parede. A técnica de uso mais generalizado é a do afresco, que consiste na aplicação de pigmentos de cores diferentes, diluídos em água, sobre argamassa ainda úmida.
     A tradição milenar da pintura mural, também praticada por algumas culturas pré-colombianas, ressurgiu nas primeiras décadas do século XX no México, coincidente com um movimento revolucionário. Os artistas da época viram no muralismo o melhor caminho para plasmar suas idéias sobre uma arte nacional popular e engajada.
     Como manifestação genuinamente nacional, o muralismo mexicano conseguiu produzir profundo impacto no panorama pictórico mundial.
     As primeiras obras remontam a 1910, ano em que Gerardo Murillo, conhecido como Doutor Atl, e vários estudantes da Academia de São Carlos organizaram uma exposição de arte e se propuseram decorar com murais o anfiteatro da Escola Preparatória, na Cidade do México. Ao deflagrar-se a revolução, o projeto foi interrompido, mas as bases do movimento artístico já tinham sido assentadas.
     Trata-se de uma arte monumental e política, elaborada por artistas combativos, e aberta a todo o povo. Seus cultores pretendiam também revalorizar a cultura pré-hispânica. Essas idéias foram expostas num manifesto redigido em 1921 pelo pintor David Alfaro Siqueiros.
     Na mesma época regressava ao México Diego Rivera, que tivera contato direto com a vanguarda artística européia e se impressionara profundamente com os afrescos renascentistas italianos.
     A situação política do México e seu acervo histórico pré-colombiano e colonial inspiraram a temática da maioria dos murais. Na maior parte das composições estavam representados indígenas, conquistadores espanhóis, camponeses, operários, políticos e revolucionários.
     Siqueiros e Rivera, junto com José Clemente Orozco, dominaram a pintura muralista mexicana. Orozco era o mais manifestamente expressionista dos três e entre seus temas figuram a conquista e a evangelização do país. Orozco também se negava a pintar propaganda: " Uma pintura não deveria ser um comentário, mas a coisa em si, não uma reflexão, mas uma compreensão, não uma interpretação, mas uma coisa a ser interpretada".
A sua pintura estava estruturada de acordo com uma dialética entre o poder e os perigos dos tradicionais ícones e mitos políticos da Revolução, na qual, certa vez ele também, com entusiasmo, tinha depositado fé.
Fonte: http://www.pitoresco.com.br/art_data/muralismo.htm).
OBS.: A foto é um Mural de José Clemente Orozco: A Idade de Ouro Pré-Colombiana

Com amor,
Nuit Sol

terça-feira, 15 de maio de 2012

André Kertész


Ah..este fotografo, é um artista, nasceu en Budapest en 1894, e se nos foi al gran silencio en 1985.
Sua contribuçao é valiosisima, pois a fotografía tambein é uma arte...e ali, tambein danzan las musas......es un ser intimista, que no tein una denuncia, ni un questionamento, sino mas bein, mostra a simplicidade penetrante do agora........ como no amor, todo en éle, e revelação e surpresa pelo cotidiano......
vale, a pena estudiarlo, e deixar que suas fotografias e sua consciência se encontrem......
ultimamente, he sentido tanto carinho pelas sopas e as fotografias.....
que melhor que sacar unas boas fotos del cotidiano e logo sentirlas....hay una magia escondida ali, ainda no capto bein esto.....mas estou sintiendo un interes creciente en estes fotógrafos tan valiosos e sutiles......
hay una grande frase dele, que diz, HAY QUE SENTIR O QUE SE FAZ.....
don André, decía, que ele fotografava para ele, por satisfação pessoal, lindo eh?
lucidor