sábado, 30 de dezembro de 2017

Del genial Angel Zapata

A SIMPLE VISTA, DETECTA UNA EROSIÓN EXTRAORDINARIA

Un llanto en hilachas sale por todas las chimeneas, le hacemos descender sirviéndonos de espejos, le tomamos el pulso, tiene un pulso normal. “Se cansará, antes o después se cansará”, dice la gente de corazón duro. Pero no, no se cansa, más bien sucede lo contrario. El llanto trepa por las fachadas, envenena el azúcar de las despensas, al final recurrimos a la máquina de empaquetar ojos de vidrio y no hay forma: no puede con él.

El tiempo pasa. Poco a poco se obliga a los niños a llorar desde más dentro. “Desde mucho más dentro”, les decimos.

(Y luego, en voz muy baja: “así, así”…).

De manera que el llanto, un día, no desiste del todo pero reagrupa sus hilachas, se vuelve elástico, somero, es un llanto que por fin se nos parece, un guijarro lo bastante plano rebotaría por su superficie.

Y rebota.

Es así como ocurre. Las chimeneas se derrumban. La altura deja de latir. El guijarro rebota. Luego se hunde. Y en el instante en el que toca fondo, la Tierra se cubre de helechos.

Ya está, ya hay millones de helechos.

Y de no haberlos, el desenlace cambiaría poco.

Siempre es lo mismo: no imaginamos la aspereza, para qué. A las rocas que de un modo inevitable se adhieren al cuerpo les damos nombres de ciudades, las aplacamos, decimos: “la roca Atalaya”, “la roca Puerto”… Pero esto lo hacemos maquinalmente, lo hacemos sin pensar: si un día se tratara de pensar no haríamos nada.

(Cuento perteneciente al libro Materia oscura, de Ángel Zapata, Editorial Páginas de Espuma)

sexta-feira, 29 de dezembro de 2017

Angel Zapata, Madrid 1961- Maestro de Narración...Revolucionario e compañero...

Para mí el cuento arranca siempre de una primera frase. Y luego avanza a partir de ella, sin la menor idea del lugar en que pueda desembocar. No concibo otro modo de escribir que esta marcha de descubrimiento. La escritura ha de suceder, ha de ser tiempo inscrito; y el tiempo es novedad radical. Por lo que respecta a los dos narradores de Días de sol…, yo diría que hay un único punto de vista fuertemente digresivo articulado sobre dos focalizaciones; si bien el discurso se ve entreverado constantemente por las voces de la multitud, los titulares de los periódicos, diálogos, un sueño incluso… Como antes te decía, buscaba muy adrede cierto efecto de videoclip: una representación troceada y sincrónica, una papilla de imágenes, ese continuo galimatías insensato con el que el Espectáculo capitalista encubre día a día la realidad de la explotación, la dominación y el crimen.

terça-feira, 26 de dezembro de 2017

Hannah Arendt (1906 - 1975)

No tuvo ninguna necesidad de "cerrar sus oidos a la voz de la conciencia" debido a que la conciencia hablaba con la voz respetable, con la voz respetable de la sociedad que le rodeaba....
Hanaah Arendt


domingo, 17 de dezembro de 2017

Juan Blanco, filosofo e maestro de escritores...

Juan Blanco (Sevilla, 1928/ es, sin duda, el último griego vivo. Griego en el sentido germinativo en que lo fueron los presocráticos y Aristóteles. Su vida es una prolongación natural del hecho de leer, vale decir de escuchar; de ahl que su asentamiento vital. su lugar en el tiempo, esté regido por la conversación, por el hecho inapresable de hablar; no tiene limites, por tanto, y escapa a las categorias de la realidad. Es imposible imaginar a Juan Blanco sin algún interlocutor; sin embargo, como Sócrates, evita la vida pública, y su regimen es una existencia determinada por la función lógica de las palabras. Pero este formidable pedagogo sin normas ni leyes, este ágrafo con vocación de texto, alto, casi gigantesco, de andares lentos, fumador incansable, a quien el humo le recubre de irrealidad, reclina siempre su noble cabeza, digna de un personaje de saga islandesa, y en su compañia, al lado de su palabra, se siente la inminencia de un orden que hace más habitable el mundo y que otorga a quien le escucha la dignidad de estar vivo, más que por los pulsos de la sangre, por la pulsi6n del habla. Juan Blanco es un sabio, en el sentido lato, y también sublime, del término; alguien que lo sabe todo, cuyas respuestas no son nunca consignas, sino el acceso a una mejora de la condición humana. lo ha leido todo, pero siempre vuelve a Aristóteles, a la ciudad de Atenas, a aquellas calles que originaron el milagro griego y toda la cultura de Occidente.
l.

sábado, 16 de dezembro de 2017

Miguel Hernandez (1910 -1942)




Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!

una poesía de Lisel Mueller

Nombrar a los animales




Max Ernst Pietschmann


Hasta que llamó caballo
                                            al caballo,
los cascos no dejaban rastro sobre la tierra,
las crines no se habían inventado,
la gracia y la rapidez no iban unidas en matrimonio.

Hasta que llamó vaca
                                      a la vaca,
nadie durmió de pie,
nadie miró a través de unos ojos opacos,
y la comida se masticaba una vez sola.

Recién después de que llamó pez 
                                                             al pez,
la luz le puso a la piel
aceite amarillo y plata,
revelándose bailarina
y campeona mundial de salto,

así 
tuvo que llamar amor
                                        a la mujer,
antes de poner el conocimiento
de quién era, con sus manos chiquitas.