sábado, 14 de abril de 2012

Kubla Khan

Por Samuel Taylor Coleridge

En Xanadú, Kubla Khan
mandó que levantaran su cúpula señera:
allí donde discurre Alfa, el río sagrado,
por cavernas que nunca ha sondeado el hombre,
hacia una mar que el sol no alcanza nunca.
Dos veces cinco millas de tierra muy feraz
ciñeron de altas torres y murallas:
y había allí jardines con brillo de arroyuelos,
donde, abundoso, el árbol de incienso florecía,
y bosques viejos como las colinas
cercando los rincones de verde soleado.
¡Oh sima de misterio, que se abría
bajo la verde loma, cruzando entre los cedros!
Era un lugar salvaje, tan sacro y hechizado
como el que frecuentara, bajo menguante luna,
una mujer, gimiendo de amor por un espíritu.
Y del abismo hirviente y con fragores
sin fin, cual si la tierra jadeara,
hízose que brotara un agua caudalosa,
entre cuyo manar veloz e intermitente
se enlazaban fragmentos enormes, a manera
de granizo o de mieses que el trillador separa:
y en medio de las rocas danzantes, para siempre,
lanzóse el sacro río.
Cinco millas de sierpe, como en un laberinto,
siguió el sagrado río por valles y collados,
hacia aquellas cavernas que no ha medido el hombre,
y hundióse con fragor en una mar sin vida:
y en medio del estruendo, oyó Kubla, lejanas,
las voces de otros tiempos, augurio de la guerra.
La sombra de la cúpula deliciosa flotaba
encima de las ondas,
y allí se oía aquel rumor mezclado
del agua y las cavernas.
¡Oh, singular, maravillosa fábrica:
sobre heladas cavernas la cúpula de sol!
Un día, en mis ensueños,
una joven con un salterio aparecía
llegaba de Abisinia esa doncella
y pulsaba el salterio;
cantando las montañas de Aboré.
Si revivir lograra en mis entrañas
su música y su canto,
tal fuera mi delicia,
que con la melodía potente y sostenida
alzaría en el aire aquella cúpula,
la cúpula de sol y las cuevas de hielo.
Y cuantos me escucharan las verían
y todos clamarían: «¡Deteneos!
¡Ved sus ojos de llama y su cabello loco!
Tres círculos trazad en torno suyo
y los ojos cerrad con miedo sacro,
pues se nutrió con néctar de las flores
y la leche probó del Paraíso».

Versión de Màrie Montand


"Kubla Khan" es un poema de Samuel Taylor Coleridge terminado en 1797 y publicado en “Cristabel”, Kubla Khan, y Los dolores del sueño" en 1816.
Según el prefacio de Coleridge, el poema fue concebido en un sueño, bajo la influencia del opio y después de leer una biografía del Gran Kan del Imperio mongol Kublai Khan. Al despertar, empezó a escribir los 300 versos soñados hasta que fue interrumpido por un visitante de Porlock[1]. Una hora después el visitante finalmente se marchó pero Coleridge solo llego a escribir unos últimos versos antes de olvidar las líneas restantes. Sea o no cierto, lo más probable es que el poema, «cincuenta y tantos versos rimados e irregulares, de prosodia exquisita» como lo definió Jorge Luis Borges en su ensayo El sueño de Coleridge, fuera compuesto durante el otoño de 1797, pero permaneció inédito hasta 1816 cuando, gracias a George Gordon Byron, fue puesto a disposición del público.
Considerado una de las principales expresiones del romanticismo, el poema es diferente en estilo y forma a otros poemas compuestos por Coleridge. Si bien Kubla Khan se subtitula un "fragmento", carece de los aspectos fragmentarios de otros poemas de Coleridge. En su lugar, su carácter incompleto representa los aspectos del proceso creativo a través de su forma y su mensaje.
La primera estrofa del poema describe la cúpula de placer construida por Khan en su capital Xanadú junto a un río sagrado, el Alfeo, que alimentaba una magnífica fuente y corre «a través de cavernas inmensurables para el hombre, hacia abajo, hacia un mar sin sol».[2] La segunda estrofa del poema es la respuesta del narrador a la embriagadora canción de una doncella de Abisinia, que lo deja incapaz de seguir su inspiración a menos que pudiera oírla una vez más.
El palacio «un milagro de raro diseño, una soleada mansión de placer con cuevas de hielo» está encerrado por murallas circulares: la imagen de círculo —que denota perfección— se repite a lo largo del poema, que es en el fondo una glorificación de la creación natural en contraste con la creación humana.
La crítica moderna, con algunas excepciones, ven en Kubla Khan uno de los tres grandes poemas de Coleridge, junto a La balada del viejo marinero y Christabel. Algunos críticos argumentan que es único en la poesía de lengua inglesa y uno de sus más grandes poemas, pero otros afirman que está sobrestimado. No es el caso de los contemporáneos de Coleridge, que en su mayoría denunciaron el poema tras su publicación o cuestionaron las declaraciones de Coleridge acerca de su origen, pero Kubla Khan fue publicado originalmente debido a que muchos de sus amigos consideraron, tras serles leído por su autor, que el poema era maravilloso. No fue hasta años más tarde que los críticos comenzaron a admirarlo abiertamente.

Fonte: Wikipédia


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