domingo, 21 de maio de 2023

El Alquimista - Jorge Luis Borges

Visión moderna de la Alquimia


La alquimia era el saber pensar, sentir y hacer de un pueblo,

que en el tiempo se ha disgregado constituyendo tres conjuntos

diferenciados, -las tres cabezas de la serpiente del Caduceo egipcio- que adquieren mayor relevancia al desarrollarse por separado, por lo que la próxima unión habrá de provocar resultados que podrían constituir un nuevo "renacimiento, el de Acuario, basado en la expresión de ideas y no en la de los sentimientos.


Las repetidas uniones y disgregaciones se contemplan desde

distintas áreas, fenómeno estudiado bajo la denominación de

palingenesia, a la que desde la sociología se define como la repetición de los mismos sucesos.

Platón afirmaba que la mente del sabio retorna a sus ideas y

 puede contemplar su pura esencia.

HaecKel definió a la alquimia como la repetición de

circunstancias y estados de fases anteriores dentro de la evolución de una misma especie

 

La alquimia parece ser el reflejo de la evolución global de una

civilización. En base a ello, queda excesivamente limitada su

circunscripción al objetivo de purificar la materia expresado mediante ambiguedades en demasía, tales como convertir en oro al plomo, obtener el elixir de la inmortalidad o retornar a las condiciones del Edén en un intento de atraer a la realidad del presente una creencia sobre el pasado ya trascendido.


La alquimia está forjando hoy caminos insospechados ayer y

resultan inimaginables los de mañana

El elixir o panacea universal, sueño del vetusto alquimista,

podría ser una realidad hoy con las investigaciones sobre las células madre, células que derivan de la masa celular del embrión en estado de blastocisto, es decir con edad entre 7 y 14 días, capaces de regenerar las células del tejido de cualquier órgano enfermo.


Desde la filosofía, el aspecto esotérico de la alquimia apunta a

comprender la relación entre la realidad del espíritu o absoluta y la de la materia o relativa, simbolizando la piedra filosofal ese catalizador o fermento que acelerará la conversión de todo lo relativo en absoluto.

La conciencia viene a ser el nexo entre las dos realidades,

abarcando el alma como primera fase o solve

 y al espíritu como final de la gran obra, la de coagula

, y como entre ambas fases no pueden quedar restos, se culminaría el proceso de la transmutación a través

de sucesivas mutaciones y cambios.


Si la conciencia une lo absoluto y lo relativo, y si a través de

sucesivas operaciones lo relativo es cada vez más absoluto, el ser

humano tendrá que transmutar a estados más próximos a Dios, por

lo que la separatividad por ser una creación humana del yo, no tendría realidad en términos absolutos y acabaría siendo disgregada en el atanor de la propia evolución.

Si hablar de disgregar o de unir hablamos de la alquimia, esa

que constituye el espejo de una civilización.


Al comentar la disgregación se pierden los valores que

constituían el corpus místico y así ha ocurrido hasta el pasado

"renacimiento en el que, por prevalecer la experimentación sobre la

mística, florecieron los estafadores con el uso de trucos químicos y

engaños que afirmaban poseer el conocimiento para transmutar los

metales en oro.

En 1919, Ernest Rutherford hizo uso de la desintegración

artificial convirtiendo nitrógeno en oxígeno, siendo el principio en el

que se basan los actuales aceleradores de partículas para provocar la transmutación, como la que practicó Glenn T. Seaborg en 1980

cuando transmutó plomo en oro, solo que el oro resultante apenas

dura unos segundos por su inestabilidad atómica y la cantidad

obtenida es tan microscópica que hace impensables su rentabilidad o su producción.

Algunos, como el futurista Ray Kurzweil, creen que la panacea

universal ha de ser en el futuro la nanotecnología, pasando por la

fecundación in vitro o la clonación de embriones.


0tros piensan que será la inteligencia artificial la capaz de

crear vida de la nada, tal como intentaba Geber con el

Takwin.

Para todo ello hay que desarrollar la capacidad de disgregar

desde las estructuras más diminutas y ha de entrar en escena la

física cuántica, pues en Richard Feynman padre de la nanociencia, propuso fabricar ordenadores que trabajen con unidades

atómicas, con lo que el consumo de energía sería insignificante y las velocidades de proceso insospechadas, así como desarrollar

materiales mucho más fuertes que el mejor acero y tan solo con el

diez por ciento de su masa.

Hoy en día es real la posibilidad de manipular estructuras atómicas para crear otras nuevas, tal como demostró Don Eigler y su

equipo IBM, deslizando átomos uno a uno mediante la punta del

microscopio de efecto tunel para montar una nanoestructura

inexistente hasta entonces, es decir, completando el ciclo del

solve et coagula y creando nueva materia con características mejor adaptadas a las condiciones actuales de la vida humana.


Así podríamos hablar de transmutación, en un ámbito material y científico , que no dejaría de lado el aspecto místico y químico de la santa Alquimia.


En ello podría consistir al tratar hoy en día la alquimia y no ficar esperando enriquecerse con las supuestas transmutaciones que se proponían fraudulentos alquimistas, pues, desde el

punto de vista material, si todos los metales transmutasen a oro,

este perdería su valor e interés actuales, de la misma manera que si todo el mundo consiguiese la inmortalidad


 El alquimista


«En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.»
(Haiku)
JLB

«El alquimista»

Lento en el alba un joven que han gastado
La larga reflexión y las avaras
Vigilias considera ensimismado
Los insomnes braseros y alquitaras.

Sabe que el oro, ese Proteo, acecha
Bajo cualquier azar, como el destino;
Sabe que está en el polvo del camino,
En el arco, en el brazo y en la flecha.

En su oscura visión de un ser secreto
Que se oculta en el astro y en el lodo,
Late aquel otro sueño de que todo
Es agua, que vio Tales de Mileto.

Otra visión habrá; la de un eterno
Dios cuya ubicua faz es cada cosa,
Que explicará el geométrico Spinoza
En un libro más arduo que el Averno…

En los vastos confines orientales
Del azul palidecen los planetas,
El alquimista piensa en las secretas
Leyes que unen planetas y metales.

Y mientras cree tocar enardecido
El oro aquél que matará la Muerte.
Dios, que sabe de alquimia, lo convierte
En polvo, en nadie, en nada y en olvido.

Jorge Luis Borges


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