sábado, 30 de dezembro de 2017
sexta-feira, 29 de dezembro de 2017
Angel Zapata, Madrid 1961- Maestro de Narración...Revolucionario e compañero...
Para mí el cuento arranca siempre de una primera frase. Y luego avanza a partir de ella, sin la menor idea del lugar en que pueda desembocar. No concibo otro modo de escribir que esta marcha de descubrimiento. La escritura ha de suceder, ha de ser tiempo inscrito; y el tiempo es novedad radical. Por lo que respecta a los dos narradores de Días de sol…, yo diría que hay un único punto de vista fuertemente digresivo articulado sobre dos focalizaciones; si bien el discurso se ve entreverado constantemente por las voces de la multitud, los titulares de los periódicos, diálogos, un sueño incluso… Como antes te decía, buscaba muy adrede cierto efecto de videoclip: una representación troceada y sincrónica, una papilla de imágenes, ese continuo galimatías insensato con el que el Espectáculo capitalista encubre día a día la realidad de la explotación, la dominación y el crimen.
terça-feira, 26 de dezembro de 2017
domingo, 17 de dezembro de 2017
Juan Blanco, filosofo e maestro de escritores...
Juan Blanco (Sevilla, 1928/ es, sin duda, el último griego
vivo. Griego en el sentido germinativo en que lo fueron los
presocráticos y Aristóteles. Su vida es una prolongación
natural del hecho de leer, vale decir de escuchar; de ahl
que su asentamiento vital. su lugar en el tiempo, esté regido
por la conversación, por el hecho inapresable de
hablar; no tiene limites, por tanto, y escapa a las categorias
de la realidad. Es imposible imaginar a Juan Blanco sin
algún interlocutor; sin embargo, como Sócrates, evita la
vida pública, y su regimen es una existencia determinada
por la función lógica de las palabras. Pero este formidable
pedagogo sin normas ni leyes, este ágrafo con vocación
de texto, alto, casi gigantesco, de andares lentos, fumador
incansable, a quien el humo le recubre de irrealidad, reclina
siempre su noble cabeza, digna de un personaje de
saga islandesa, y en su compañia, al lado de su palabra, se
siente la inminencia de un orden que hace más habitable
el mundo y que otorga a quien le escucha la dignidad de
estar vivo, más que por los pulsos de la sangre, por la pulsi6n
del habla. Juan Blanco es un sabio, en el sentido lato,
y también sublime, del término; alguien que lo sabe todo,
cuyas respuestas no son nunca consignas, sino el acceso a
una mejora de la condición humana. lo ha leido todo,
pero siempre vuelve a Aristóteles, a la ciudad de Atenas, a
aquellas calles que originaron el milagro griego y toda la
cultura de Occidente.
l.
l.
sábado, 16 de dezembro de 2017
Miguel Hernandez (1910 -1942)
Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
una poesía de Lisel Mueller
Nombrar a los animales
Hasta que llamó caballo
al caballo,
los cascos no dejaban rastro sobre la tierra,
las crines no se habían inventado,
la gracia y la rapidez no iban unidas en matrimonio.
Hasta que llamó vaca
a la vaca,
nadie durmió de pie,
nadie miró a través de unos ojos opacos,
y la comida se masticaba una vez sola.
Recién después de que llamó pez
al pez,
la luz le puso a la piel
aceite amarillo y plata,
revelándose bailarina
y campeona mundial de salto,
así
tuvo que llamar amor
a la mujer,
antes de poner el conocimiento
de quién era, con sus manos chiquitas.
Max Ernst Pietschmann
Hasta que llamó caballo
al caballo,
los cascos no dejaban rastro sobre la tierra,
las crines no se habían inventado,
la gracia y la rapidez no iban unidas en matrimonio.
Hasta que llamó vaca
a la vaca,
nadie durmió de pie,
nadie miró a través de unos ojos opacos,
y la comida se masticaba una vez sola.
Recién después de que llamó pez
al pez,
la luz le puso a la piel
aceite amarillo y plata,
revelándose bailarina
y campeona mundial de salto,
así
tuvo que llamar amor
a la mujer,
antes de poner el conocimiento
de quién era, con sus manos chiquitas.
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