LA CARTA QUEMADA
¡Adiós, carta de amor! Adiós: ella lo ha ordenado…
¡Cuánto tardé! ¡Durante cuánto tiempo mi mano
no quiso lanzar al fuego todas mis ilusiones!
Pero basta, ha llegado la hora. Arde, carta de amor.
Estoy preparado: nada perturbará mi alma.
Ya la llama acepta ansiosa las hojas de papel…
¡Un momento! ¡Ya se han encendido! Arden, hay un l
igero humo
que serpenteando, se funde con mis plegarias.
Ya la impresión de la pérdida segura
hace bullir el lacre encendido… ¡Oh, providencia!
¡Se cumplió! Las oscuras hojas se retuercen;
en la liviana ceniza los trazos más queridos
se vuelven blanquecinos… mi pecho se oprime.
Querida ceniza, pobre placer del destino de mi melancolía,
quédate para siempre conmigo, en mi apenado pecho…
Pushkin, Alexandr. Doce Poemas de Amor
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