Al senador Onésimo Sánchez le faltaban seis meses y once días para morirse cuando
encontró a la mujer de su vida. La conoció en el Rosal del Virrey, un pueblecito ilusorio que
de noche era una dársena furtiva para los buques de altura de los contrabandistas, y en
cambio a pleno sol parecía el recodo más inútil del desierto, frente a un mar árido y sin
rumbos, y tan apartado de todo que nadie hubiera sospechado que allí viviera alguien
capaz de torcer el destino de nadie. Hasta su nombre parecía una burla, pues la única rosa
que se vio en aquel pueblo la llevó el propio senador Onésimo Sánchez la misma tarde en
que conoció a Laura Farina.
Muerte constante mas allá del amor
Garcia Marquez, Gabrielito...
Muerte constante mas allá del amor
Garcia Marquez, Gabrielito...